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"La Strada", È arrivato... Gelsomina


Obra cumbre del neorrealismo italiano (junto con 'El ladrón de bicicletas' y 'Alemania, año cero') y primer gran éxito internacional (Óscar a Mejor Película Extranjera) para uno de los directores más prolíficos de la historia del cine: Federico Fellini.


Y como no podía ser de otra forma (el neorrealismo se caracterizó por mostrar siempre la miseria que azotaba el país), la historia es triste, dura y, sobretodo, realista. Zampanò, un artista ambulante, se hace con los servicios de Gelsomina, la hermana de su esposa fallecida, como acompañante en su viaje por las calles de Italia y ayudante "forzada" en su espectáculo ambulante. La pobreza es el rasgo clave de este tipo de cine, y muestra a una población que no puede escoger su destino, si no que dependerá de la suerte y de la buena voluntad de las personas con las que se crucen.

La relación entre la rudeza de Zampanò (Anthony Quinn) y la inocencia de Gelsomina (mi siempre idolatrada Giulietta Masina) es una relación de amor-odio encubierta por un estilo de vida que no deja lugar a las emociones. Como siempre, la interpretación de Masina me acaba por romper el corazón (lo mismo me sucede con el final de 'Las noches de Cabiria', del mismo director y actriz).



En definitiva, una historia cruda sacada de una forma de hacer cine sencillo pero de una inmensa calidad. Doy las gracias a Fellini por crear a semejante personaje femenino, caracterizado por su esposa, y que él mismo la definiría así:
"Creo que hice la película porque me enamoré de aquella niña-viejita, un poco loca, un poco santa, de aquel desordenado, gracioso, desgraciado y tiernísimo payaso que llamé Gelsomina y que todavía hoy consigue hacerme llorar de melancolía cuando oigo su sonido de trompeta".

Nota: 10/10

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