Mientras que la mayor parte de los grandes directores de antaño se limitan a poner su nombre a sus películas y esta es la única manera que tenemos de relacionarlas con ellos, o sacarlas tímidamente a las salas con el propósito de que se queden al menos en películas de culto, Martin Scorsese no ha bajado el pistón y ha continuado dando a su público material de primera calidad. 'El lobo de Wall Street' se decanta hacia sus mejores films (y decirlo de alguien como Scorsese tiene su mérito).
En medio de la crisis económica que sufrimos en occidente, el director neoyorkino nos trae un empacho de dinero, de la mano de, por qué no, alguien que bien pudo ser uno de los causantes de la misma. Jordan Belfort es el americano capitalista ambicioso y sin escrúpulos que se aprovecha de una de las formas más deshonrosas de ganar dinero para amasar su fortuna: la Bolsa. Pero la cinta no se centra tanto en cómo lo gana, si no en cómo lo gasta.
Es entonces cuando comprobamos una situación que nos parece tan surrealista que roza el ridículo, y es, ni más ni menos, ver cómo alguien tiene tanto dinero por encima de sus necesidades que lo gasta si titubeo alguno en grandes comidas, estupefaciente, mujeres, o directamente en lanzarlo por la borda de su yate. Se nos presenta un mundo en el que la riqueza y el honor son inversamente proporcionales. El retrato desenfrenado y caótico de esta aglutinación de excesos es el éxito de la película, tres horas de drogas, sexo y millones de dólares.
Leonardo DiCaprio se erige como el rey en su cueva de los 40 ladrones, la compañía bursátil que crea para sus propósitos ilegales. DiCaprio es el alma de otra notable película de Scorsese, narrando directamente a la cámara sus operaciones financieras de manera que el espectador las pueda llegar a entender y, realizando, quizás, su mejor interpretación. Sin embargo, este actor es del perfil más del agrado de la audiencia que de realizar interpretaciones que revolucionan en grandes certámenes, motivo por el cual se ha quedado siempre sin su ansiado Óscar y probablemente repita su carencia este año. Jonah Hill está simpático en su papel de sombra de DiCaprio, Kyle Chandler repite por enésima vez el mismo papel que en 'Super 8', 'Argo' y 'La noche más oscura', y Margot Robbie es un regalo para la vista.
A parte de todo el nudo brillantemente filmado en su propósito de resultar excesivo y enfermizo, quisiera destacar los dos momentos cumbres del metraje, en los que la crítica es más explícita, y son la conversación entre DiCaprio y McConaughey y la escena final. En ellas se sacan varias lecturas: su forma de trabajar es la de robar al cliente, cualquiera que diga lo contrario miente. Si robas poco serás un perdedor e irás a pudrirte a la cárcel. Pero si tienes éxito y robas mucho, entonces serás un héroe y tendrás a miles de seguidores queriendo saber de ti. Tan triste como cierto es que en este mundo en el que vivimos, se condena por menos tiempo por robar una fortuna que por haber hurtado una simple barra de pan.
Nota: 8/10
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